lunes, 10 de agosto de 2009

La Muerte en Venecia ARGUMENTO Y DESARROLLO

Gustav Aschenbach, un escritor alemán en una época de conflictos en el continente europeo, considera los viajes como una simple “medida higiénica” a tomar de vez en cuando. Pero su visión cambia cuando repentinamente inicia un viaje a Venecia, hacia el sur, en busca de los antiguos valores clásicos como escapatoria de la sociedad en que vive así como de su propia vida.

Al llegar a la ciudad, en vez de encontrar un ideal de hermosura y virtudes, y como término de un viaje iniciado por el anhelo de liberación, se enfrenta a una ciudad donde reinan el lucro y la corrupción. El trayecto, efectuado en busca de valores pasados que completen la sociedad alienada del personaje, se ve así finalizado al encontrar un nuevo ambiente utilitario y decadente, representado por una ciudad sucia y enferma, de una economía totalmente mercantil y materialista.

Finalmente, Aschenbach encuentra la muerte producto de su anhelo de una vida estética según los ideales clásicos. De esta manera, el motivo del viaje es degradado en esta novela porque el refugiarse en las culturas clásicas y renacentistas no es de gran ayuda cuando la época actual está envilecida. El viaje y el aprendizaje son inútiles si no existe un esfuerzo por resolver los problemas de una sociedad tan decrépita. El personaje busca los valores antiguos y, además, persigue los ideales de la belleza clásica.
El concepto actual de belleza no es algo claramente definido. Según distintos criterios y estilos, el que algo sea bello o feo varía de manera considerable dependiendo o bien de la subjetividad de cada individuo o bien de las pautas marcadas por los gustos de la sociedad del momento. Básicamente los patrones de belleza se adecuan también a los del arte, sin por esto asegurar que todo el arte debe ser bello. Pero, en esta novela, la belleza que se busca no es lo que entendemos en la actualidad por belleza sino la concepción clásica de ésta, propia de la cultura grecorromana.
“La Belleza es el camino del hombre sensible hacia el espíritu..., sólo el camino, un simple medio (...)” (Diálogo entre Sócrates y Fedro. Lo bello y su contemplación como liberación de la esclavitud de la voluntad). Así describe Sócrates la idea de belleza, la función que representa vinculada al arte; como el escritor Aschenbach, quien evoca constantemente las ideas clásicas.

La belleza como modelo superior, según los antiguos griegos, debe cumplir con dos parámetros fundamentales: magnitud y orden. Entendiéndolo así, la grandeza y hermosura de un cuerpo debe estar organizada y proporcionada con respecto a éste. Según esta concepción, el ideal de belleza sería un individuo hombre, joven y bello.

Hombre, porque sólo en la fisiología masculina la magnitud de la belleza se encuentra ordenada; joven, porque de esta forma representa la inocencia y la virtud sin haber sufrido la contaminación del mundo que le rodea; y bello, porque así el amante y artista logra llegar al espíritu, al punto máximo de divinidad.

Aschenbach llega a Venecia persiguiendo en todo momento estos principios del ideal de belleza, pero no encuentra nada más que una ciudad enferma y decadente. De la misma forma se enamora de Tadzio, un adolescente de 14 años, bello, joven y aparentemente perfecto, que lo encanta hasta más no poder por la superioridad de su hermosura.
Pero Tadzio tiene un pequeño defecto: es tan débil y enfermizo que Aschenbach asegura que “no llegará a viejo”. Esta vez, la esperada belleza se halla también degradada y rebajada sin la supremacía de tiempos arcaicos. Muestra así su cara más traicionera: su condición de efímera. Al menor soplo resbala y se pierde, mostrándose muy poco segura como para fiarse de ella.
Aschenbach falla en ambos intentos de conseguir la belleza clásica puesto que, debido a estos dos factores, Venecia y Tadzio, el personaje encuentra la muerte al final de la novela: su amor por el adolescente lo hace permanecer en la ciudad que en esos momentos es víctima de una infecciosa peste, provocando así el deceso de Aschenbach.

Así, Mann degrada otro importante mito, el de la antigua época de oro: volver al pasado clásico en busca de un mejor presente es algo completamente inservible, ya que los valores antiguos están ya obsoletos.

El único final posible de esta búsqueda es la muerte, pero no la muerte vista como tránsito sino más bien considerada como derrota o quizá como término inexorable tras el renacer entendido como entrada a esta nueva vida de pasiones tan distante de la llevada en Munich.
“La vejez no es más que un pasado hecho presente” señaló el autor en una ocasión, y es totalmente coherente con lo que plantea en Muerte en Venecia: lo viejo es considerado tal porque es algo caduco, pasado, que intenta introducirse en el presente y ser idóneo otra vez, dando como resultado la proyección de una imagen patética para quienes presencien la escena, tanto cinematográfica como dentro de la novela.

Thomas Mann escribió esta novela, basada en negaciones y degradaciones de mitos establecidos. Antes, durante y después de 1912, poco antes de estallar la Primera Guerra Mundial, Alemania pasaba por una época conflictiva y agresiva. No es de extrañar que la sociedad de ese entonces buscara la redención en la época clásica, viajando hacia el sur, a Italia.

Como se dijo al principio de este ensayo, la novela es un análisis de su contexto histórico; lo que concuerda muy bien con el caso de Muerte en Venecia. La novela, entonces, satiriza la búsqueda de los ideales clásicos y, además, expone una fuerte crítica a la sociedad decadente de su época, carente de valores y de humanidad. Pero, si critica tanto a la sociedad presente como a la anterior, censurando a una por mercantil y utilitaria y a la otra por obsoleta y añeja, ¿qué esperanzas quedan para la humanidad?

La respuesta a este interrogante es sencilla pero difícil de poner en práctica: queda abierta aún una puerta al futuro. El hombre no debe buscar cobijo en los tiempos contemporáneos ni en los pasados, sino que debe luchar para infundir a la sociedad nuevos y reforzados valores que ayuden en la formación de renovadas conciencias humanas; y todo esto mediante el arte: “todo el amor a la humanidad está concentrado en el futuro; y otro tanto puede decirse del amor al arte. El arte es una esperanza”.

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